El concepto popular del entrenamiento de fuerza en niños dista mucho de ser adecuado, aunque en realidad es extremadamente importante puesto que la vida no se puede entender sin fuerza, una cualidad física básica innata.
El concepto de fuerza, tal y como lo describe la RAE es “vigor, robustez y capacidad para mover algo o a alguien que tenga peso o haga resistencia”, por lo que desde que un infante juega a mover una piedra, ya ejerce fuerza. El error nos aborda cuando pensamos en un trabajo de fuerza y lo asociamos con un deporte concreto, la halterofilia, aplicando la fuerza máxima para hacer un levantamiento específico.
La sociedad actual entiende que el trabajo de fuerza es para “la segunda edad” dejando fuera la población infanto-juvenil y la conocida como tercera edad. Pero, no podemos evitar recordar las líneas anteriores.
Los niños tienen que realizar trabajos de fuerza continuamente ya sea por ocio y disfrute, lanzar una piedra, o por obligación, llevar una mochila cargada de libros al colegio, todo ello requiere de trabajo muscular (contracción y estiramiento de los músculos) para el que debe estar preparado y ser capaz de hacer esos esfuerzos sin entrañar riegos. De ahí que, realizar un trabajo de fuerza pautado por un profesional es una buena estrategia para que no supongan riesgos para su salud.
La vida misma supone la superación de obstáculos y aprender de ellos, la mejora de la fuerza supone una mejora de esta cualidad física y las demás, resistencia y velocidad.
La clave para poder contribuir correctamente al desarrollo del menor es ajustar las cargas de entrenamiento mediante un programa pautado, supervisado y adecuado a las características, necesidades y objetivos de cada individuo. Priorizando, por ende, el óptimo y equilibrado desarrollo musculoesquelético y postural, aprendiendo correctamente la realización de los patrones motores (técnica), y la promoción de hábitos de vida saludable desde las edades tempranas (cabe destacar que la tasa de obesidad infantil en Canarias es superior al 40%).
La fuerza por tanto se trabaja desde la infancia, desde que aprendemos a ponernos de pie o recoger los juguetes del suelo, haciendo sentadillas, a cuando seamos adultos mayores (viejitos) y tengamos que agacharnos a recoger las llaves de casa, donde realizaremos el mismo movimiento pese al paso de los años.
Por tanto, los beneficios del entrenamiento de fuerza desde edades tempranas afectan positivamente a la vida, gracias a que favorece al desarrollo general, además del rendimiento deportivo, buscando ayudar al deportista a mejorar/mantener su nivel y alejarlo de las lesiones. Debiendo por tanto entrenar esta cualidad física durante toda la vida, desde niños hasta ancianos, lo que favorece a su vez una mejor vejez.
Referencias:
Badillo, G, Ribas Serna, J. (2014) Bases de la programación del entrenamiento de fuerza. Editorial Inde, Barcelona.
Pastor Navarro, F. (2007). El entrenamiento de la fuerza en niños y jóvenes. aplicación al rendimiento deportivo. Journal of Human Sport and Exercise, II (1),1-9.
Peña, G., Heredia, J. R., Lloret, C., Martín, M., and Da Silva-Grigoletto, M. E. (2016). Introduction to strength training at early age: a review. Rev. Andal. Med. Deport. 9, 41–49.